Planificando en La Habana

Además de perfeccionar su español, conocer a personas muy interesantes y moverse en una ciudad totalmente distinta a las que conocía, Alice Sommer aprendió durante su semestre en el extranjero que en Cuba no vale la pena planificar: La Habana te depara todos los días muchas sorpresas.

Tomando los mejores cocteles de La Habana en el bar El Del Frente.

Son las ocho de la mañana y el reggaetón está sonando a todo volumen. Tum-ta-tum-ta—tum-ta-tum-ta. Acostada en la cama, planifico mi día: «Me baño, desayuno, a las 9.15 salgo para coger la guagua (bus) o un taxi colectivo y a las 9.45 estoy en la facultad. Después de clases regreso a casa para almorzar y en la tarde voy al gimnasio, a comprar cosas para la casa y a pintarme las uñas. Más tarde podría visitar a mi amiga Ana». Perfecto, tengo un plan. Voy al baño, abro la llave y: ¡No hay agua! «Bueno, no importa, me pongo desodorante y me baño en la tarde. Voy a acostarme otros cinco minutos». A las 9.20 salgo corriendo de mi apartamento y en ese momento pasa un taxi colectivo. «¡Qué suerte!». Subo al taxi. Tum-ta-tum-ta—tum-ta-tum-ta. Llego a la facultad y: «Alice, no hay clases. La profe está enferma». «Bueno, entonces voy al gimnasio ahora, y así puedo hacer otra cosa en la tarde».

Después del gimnasio llego a mi casa y: ¡Hay agua! Contenta, me baño, preparo el almuerzo y salgo a hacer compras: «Lady, beautiful! Lady! Where you from? Laaaady! Liiiinda!». En el Mercado Cristo compro pasta, queso, puré de tomate, aceite, pero no hay ni leche ni mantequilla. «Bueno, voy al Harris Brothers a ver si hay allá». En el camino me encuentro a mi amigo Alexander: «Alice, óyeme, hoy a las seis hay una exposición de fotografía en la Casa Víctor Hugo. ¡Ven!». «Perfecto, muchas gracias, ahí estaré». En el Harris Brother tampoco hay mantequilla, pero hay leche y, además, crema de leche. «¡Que suerte! Voy a comprar crema de leche para hacer espaguetis 5P».

Gracias a la crema de leche: comiendo espaguetis 5P.

Salgo del Harris Brother y voy caminando a la casa de mi amiga Ana. De repente suena mi teléfono. «Alice, ¿dónde estás? Estoy en El Del Frente, ven a tomarte algo conmigo». «Ok, está bien. Estoy en camino. Pero a las seis voy a una exposición en la Casa Víctor Hugo». «Sí, no te preocupes, después vamos».

A las 11 de la noche llego a mi casa, me acuesto y pienso: «No me pinté las uñas, no fui a la casa de Ana y no compré mantequilla, pero tuve un día maravilloso. Esto es Cuba. Nunca se sabe qué pasará». Cierro los ojos y tum-ta-tum-ta—tum-ta-tum-ta.

En Semestre de intercambio encontrarás otros artículos y comentarios escritos por estudiantes del Bachelor en Lenguas aplicadas sobre sus experiencias durante los meses que pasaron en el extranjero.


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